Un Mensaje a Mis Queridos Amigos

No puedo hablar por parte de mi país, ya ha dicho lo que quería decir, y lo ha dicho claramente. Me gustaría pensar que alguien habrá puesto una pistola en la frente de las personas que eligieron a Donald Trump como el cuarenta quinto presidente de los Estados Unidos de América, pero sé que no es el caso. Como país hemos elegido de convicción y propia voluntad, y eso es lo más que me duele. Desde el principio ustedes amigos siempre han dejado sus puertas abiertas para mi, y en cuanto a mi casa lo mismo siempre haré. No soy político; soy cocinero. ¿Qué más puedo hacer que seguir cocinando y invitando aquellos que están en desacuerdo a comer en la misma mesa? Es lo único que sé hacer. 

Hoy la mayoría ha elegido el odio, el miedo, la mentira, y la maldad como su representador para el mundo. No digo que todos que votaron por él son mentirosos o odian a la gente o son malos. Cada uno tiene sus razones por votar, y no pretendo saberlas. A juntar todos de un lado en un grupo grande de malvados es exactamente lo que hace el mismísimo presidente electo. Déjanos entonces elegir algo mayor, déjanos mostrar un ejemplo mejor. Que las fuerzas que presiden en la unidad, la bondad, la dignidad sean aún más prominentes y imposible ignorar. Que Dios nos guíe en como andar, como hablar, y como tratar a nuestro prójimo. Eso significa que yo también tengo que poner mi enojo atrás. Eso significa que yo también tengo que sentarme a la mesa con los que llaman lo bueno lo que yo llamo lo malo. Significa que tengo que escucharles de verdad, intentar entender lo que creen y el por qué, sus miedos y sus sueños. Y eso es difícil, amigo. Quiero responder con mi dedo arriba, porque también soy un ser humano con convicciones fuertes, con ideas y palabras que me guíen, con sangre que se hierva al escuchar comentarios ignorantes y falsos. Pero ¿a que final llegaremos con los insultos? Si podría hacer que alguien vea la situación de otra perspectiva diciendo "f____ you" lo haría con gusto ahora mismo. Pero no es tan fácil. Si realmente quiero unidad y dignidad para todos aquí, no sirve actuar como él presidente actual de mi país. Debo de seguir un mejor ejemplo. Debo de hacer algo diferente. El odio no acaba con el odio; lo aumenta. Y esa cosa diferente, yo creo, empieza en la mesa. ¿Quieres realmente vengarte de aquel que te opone? Darle de comer. ¿Quieres enseñarle una lección? Darle de beber. Hacer guerra en la cocina. No una guerra de palabras insignificantes y un sentido de superioridad, pero con amor y el deseo verdadero para su bien.

Nos vemos en la mesa.